Cuando se dice que el Carménére es la variedad emblemática de Chile es porque es el único país que produce comercialmente este vino rotulado como tal.
El color que logran estos vinos es de gran intensidad.
Aromáticamente es una de las variedades tintas más expresivas, con esa connotación a hojas, hierbas, pimienta, pimentón rojo cocido y todo sobre un fondo frutal, donde predominan las frutas silvestres y dulces.
El abanico es muy amplio en cuanto a la calidad que ha alcanzado esta variedad, habiendo ejemplos memorables en equilibrio, estructura y dulzor. Un buen Carménére, en todo caso, está determinado por su expresión aromática, su textura redonda y un agradable dulzor en boca.
Un Carménére chileno promedio va bien con carnes con acompañamientos agridulces, por ejemplo, costillas de cerdo con papas con crema ácida.
Acompaña muy bien los guisos caseros típicos y los platos condimentados con comino. También los patés y las terrinas -de hígado de pato o de jabalí- sobre todo si tienen un poco de pimienta.