Los vinos tintos livianos no taninosos, por ejemplo el Pinot Noir, se sirven entre 12 y 14° C. Para refrescarlos debe utilizarse el mismo procedimiento que el sugerido para los blancos, aunque esta vez la cantidad de hielo a utilizar corresponderá a 1/3 de la hielera, en vez de la mitad.
El tiempo que toma este proceso así como la conservación de la temperatura ideal en la hielera es igual que en los vinos blancos.
Los vinos tintos reserva, con cuerpo e importante carga tánica, requieren una temperatura de entre 16 y 18° C para expresarse plenamente: se muestran más suaves, más amables, y los taninos no se sienten astringentes ni agresivos. Por esta razón, a veces es necesario subir un poco la temperatura en invierno, pero en ningún caso chambrearlos a 25° C o más, ya que a esa temperatura se pone en evidencia el grado alcohólico del vino, transformándose en una bebida desequilibrada.
Para subir la temperatura de un tinto reserva a 18° C, lo mejor es trasvasijar el vino desde la botella fría a un decantador levemente entibiado por fuera. Otra solución es poner la botella bajo el chorro de agua tibia o en una hielera con agua tibia durante unos 15 a 20 minutos, para que el cambio de temperatura sea gradual.
Se debe poner atención al resultado, ya que será variable según las circunstancias particulares de cada caso y lugar.